Like a Rolling Stone
Sé que no es nada coherente que un agnóstico como yo hable sobre Dios y el Diablo, más que nada, porque no creo en ninguno de ellos. Sin embargo, hoy, día del anti-Cristo, de Belcebú, del demonio, en definitiva, de su satánica majestad a uno le ha dado por pensar que, si creyera en la vida después de la muerte, preferiría ir al infierno. Es cierto que allí hará un calor sofocante, claro que no creo que sea más intenso que el que se siente en Murcia en agosto. También es cierto que estaré rodeado de delincuentes, de dictadores, de asesinos de alto standing, aunque no importaría porque ya estaría muerto. Además, ya que esta es mi fantasía, imagino que en el infierno habrá varios pisos, como bien lo ilustró Woody Allen en su película "Desmontando a Harry". Habría un piso para todos aquellos periodistas y jefes de medios de comunicación que se dedicaron en vida a martillear al espectador con estúpidos programas sobre mundiales de fútbol y programas del corazón, otro piso para terroristas internacionales (Bush y Sadam en la misma habitación), otro para criaturas infernales en general. El 7º piso estaría reservado a las siete artes, a los siete vicios. Una planta para la rebeldía, la creación, el sexo, las drogas y el rock&roll. Esa planta que visitó Barton Fink y en la que tienen reservada una plaza los Rolling Stone.
Qué buen rollo, ¿no?
Como escribiría Allen para uno de sus personajes: "no creo en la vida ultraterrena, aunque por si acaso me llevaré la muda de repuesto".
Qué buen rollo, ¿no?
Como escribiría Allen para uno de sus personajes: "no creo en la vida ultraterrena, aunque por si acaso me llevaré la muda de repuesto".