Una chica, más bien alta, corre por el medio de la Avenida en la que se encuentra el estadio de Mestalla. Lleva puesto un casco de color rojo anaranjado y parece no importarle que los coches pasen a su lado a toda velocidad. ¿Le habrán robado la moto?, ¿se habrá vuelto loca?, ¿le habrá dejado plantada su novio al enterarse éste que ella se ha liado con otro? Unos metros de este extraño suceso, entre la calle Artes Gráficas y la Avenida Blasco Ibáñez, hay un televisor destrozado debajo de una farola. ¿Habrá sido alguien que se ha cansado de los reportajes sobre la Pantoja?, ¿habrá empezado ya la programación veraniega de televisión española?, ¿habrá vuelto el Gran Prix?
En ese mismo instante, empieza a escucharse el sonido de una moto de gran cilindrada. No es una Choper, nena, sino un guarda local. ¿Se dirigirá a interrogar a la chica suicida que corre por en medio de la carretera?, o ¿irá corriendo a almorzar?, quizás sea un policía corrupto que se dispone a recoger los frutos de su silencio.
En un edificio de la calle por la que pasa esa moto, un chico rubio ondea insistentemente una sábana de color blanco desde el balcón de un octavo piso. ¿Habrá entrado una panda de asesinos a su casa y lo que hace es pedir auxilio sin que éstos se den cuenta?, ¿estará limpiando la sábana?, ¿estará comunicándose con alguna vecina en un código desconocido?
Un joven, de barba poco recortada y de baja estatura, camina desde su casa en la calle Pobla de Farnals hasta la Facultad de Historia. Mira fijamente a todo el que pasa a su alrededor. Ha visto a una chica con casco correr por el medio de una avenida, se ha preguntado dónde irá un policía local con tanta prisa…Está intentando recopilar ideas, anécdotas, hechos cotidianos que le inciten a la reflexión…todo para poder escribir en su blog. Tan obsesionado está con él que ha llegado a visitar a un doctor:
Enfermo: ¡Doctor, doctor! Creo que el fenómeno blog me ha afectado, estoy contagiado de hipertextualitis, hipervinculitis...o yo qué sé.
El doctor no se sorprendió. Cada vez eran más comunes los casos de bloggitis aguda entre los jóvenes de la ciudad.
Doctor: echemos un vistazo. ¿Cuántas veces visita a la semana su propio blog?
E: Pues..si le soy sincero, no puedo pasar un día entero sin visitarlo. ¡Qué digo!, en realidad, no puedo soportar más de cinco horas sin comprobar si mi cuaderno de bitácora ha recibido nuevos comentarios. Menos mal que no hay un contador de visitas, que si no...
D: ¿Ha intentado abandonar este vicio?
E: La verdad es que todavía ni siquiera he probado a dejármelo porque mi blog es un proyecto para una asignatura de la carrera y tengo que mantenerlo hasta el día 5 de junio.
D: ¿Hacéis blogs en la Universidad?
E: Sí. Es que estudio Comunicación Audiovisual…
D: Ah, ya decía yo. En fin, sigamos.
E: Lo que sí que le quería comentar antes de nada, doctor, es que me estoy planteando inaugurar un nuevo blog cuando termine este último proyecto. Como este verano voy a viajar a tierras británicas me he propuesto escribir mis crónicas y reflexiones desde allí. ¿No será grave, verdad, doctor?
D: No se preocupe. Aunque sufra bloggitis le contaré un secreto: exceptuando el voyeurismo voraz y las ganas incontenibles de visitar su propio blog, esta adicción es sana. Incita a reflexionar, pensar, redactar cuidadosamente…
E: Sí, pero ha llegado un momento en que todo gira alrededor del blog.
D: Estoy observando su historial médico pero veo que los dos blogs que ha escrito son poco introspectivos y muy imaginativos. Le recomiendo que siga esta línea. Ni despiste su retocada literatura ni se desfase con entradas sentimentaloides. Siga imaginando alguna de las millones historias que pueblan el mundo. Quizás llegue usted a convertirse en un nuevo Rafael Azcona, un riojano que allá por los años cuarenta del pasado siglo se sentaba en la cafetería o en el jardín a imaginar los diálogos de los demás.
E: Entonces qué me receta usted.
D: Que lea "Rafael Azcona: hablar el guión"