abril 13, 2006

Cerveza e industria cultural

En esta noche de jueves santo sin mayúsculas, en la que el ruido de los tambores es imposible de evitar, al ateo escritor de este blog se le antoja asistir a un concierto. No hay lugar para la exquisitez, solo busca desesperado una vía de escape a los ritmos monótonos que inundan la ciudad. Sin embargo, no tienen sitio los curiosos en este pueblo de interior; no existió nunca una sala de conciertos ni un cine en condición.

Frustrado, busca en Internet los conciertos programados en la ciudad de Valencia, a la que regresará en unos días. Y encuentra, sorprendido, que la Sala Greenspace de Valencia, inaugurada en octubre del año pasado vuelve a abrir sus puertas en los próximos meses.

Este nuevo espacio cultural está localizado a unos pocos metros del puerto de la ciudad y a unos cientos de la Ciudad de las Ciencias. ¿No resulta sospechoso que una nueva sala de conciertos se instale en una zona de calles silenciosas y desiertas?, ¿no tendrá algo que ver con la Copa América?, ¿no se intentará resucitar ese abandonado barrio de la ciudad de Valencia y acabar definitivamente con el Cabanyal?, ¿sería arriesgado afirmar que la idea de este proyecto está apoyada por la Barberá? Creeréis que soy un paranoico pero solo tenéis que acercaros al recinto verde para observar que está situado, como se dice en mi pueblo, “en medio del bancal”.

La empresa holandesa Heineken ha gastado aproximadamente tres millones de euros para restaurar unas antiguas y gigantescas fábricas del barrio industrial de Valencia, que ha trasformado en una sala con espacios independientes dedicados al mundo del cine, la música y el arte contemporáneo. Esta operación no es sino una nueva estrategia publicitaria que, si se piensa fríamente, consiste en vender más cervezas. Claro que en estos tiempos de saturación publicitaria no es sino la manera que tienen las empresas de ligar su marca a un estilo de vida determinado. Por eso se agarran a lo que más nos define y nos interpela; la cultura. Nos intentan atraen con conciertos (FIB Heineken, Budweisser Experience, Bacardi Ministry of Sound, San Miguel Wintercase, Estrella Damm Primavera Sound), festivales de cine (In-Edit Beefeater, Mahou con el cine español), etc. La publicidad nos va absorbiendo poco a poco.

En definitiva, las empresas multinacionales y la cultura guardan una relación cada vez más estrecha. Por eso, las viejas fábricas que hoy son el Greenspace no son sino el reflejo literal, la metáfora que se materializa del concepto (antes teórico) de la Industria Cultural.

Joder, ya no sé si quiero ir a un concierto o tocar el tambor con los de mi pueblo. Lo popular y lo masivo han entrado en colisión dentro de mi cabeza, la religión y el consumismo...dos drogas para el pueblo y yo no quiero probar ninguna. Qué frustración.