mayo 12, 2006

El efecto dominó

El pasado 1 de mayo se cumplieron cuatro meses desde que entrara en vigor la Ley antitabaco. Una normativa que ha sido criticada por hosteleros, quiosqueros y, claro está, por los fumadores. Más allá de esta polémica, esta ley ha desencadenado varios efectos secundarios sobre miles personas que no se lo esperaban.

Para empezar, el aire de los edificios en los que está prohibido fumar es ahora un 20 % menos cancerígeno. Muchos no fumadores no son conscientes de los beneficios de este cambio. No es el caso de la valenciana Laura Martínez, trabajadora de la cantina de de Filología. Laura es consciente de que su salud ha mejorado después de pasar años y años expuesta al humo del tabaco.

- La verdad es que se está mucho mejor, se respira mejor, ahora se trabaja cómodamente.

Ha mejorado la calidad del aire de muchos recintos cerrados pero el aspecto de las calles de Valencia ha empeorado. Los fumadores, obligados a salir a la calle a fumar, tienen que tirar sus colillas al suelo debido a la falta de papeleras adecuadas. Los barrenderos y varias juntas de vecinos de la ciudad de Valencia no han tardado en protestar ante el aumento de colillas en las calles.

Pero mientras hay más trabajo para los barrenderos, hay menos para los quiosqueros. Pierden dinero porque no pueden vender tabaco, pero también porque el fumador ya no compra las revistas o periódicos que antes se llevaba con la cajetilla. Después de varias manifestaciones los quiosqueros consiguieron máquinas expendedoras para sus establecimientos.

A pesar de los problemas, hay quien ha sacado provecho de esta ley antitabaco. Fumadores que en la puerta del trabajo han aprovechado para hacer nuevas amistades o, incluso, para ligar.

En conclusión, solo cuatro meses han bastado para que esta ley haya trastocado, para bien o para la mal, los hábitos de millones de ciudadanos. Un efecto dominó que nadie sabe cuando parará.