mayo 23, 2006

La voz de la calle



Aquella tarde era especial. Parecía como si, de repente, el invierno hubiera anunciado un hasta luego definitivo. Así lo habían entendido muchos murcianos que, incentivados por la temperatura primaveral, habían salido a pasear para comprobar que ese día el sol se escondería un poco más tarde.

Todavía restaban unas semanas para que se celebraran las fiestas de la huerta y, sin embargo, en la céntrica Plaza de Santo Domingo, entre la calle Platería y el Paseo de Alfonso X El Sabio, se respiraba cierto aire de festividad. En el centro de esta plaza, un mastodóntico y milenario Ficus constituye uno de los monumentos más importantes de la ciudad.

Amparado por la sombra de este árbol, desapercibido entre la multitud, un señor que luce unas lentes de pasta negra observa, sentado en un banco, el bullicio del lugar. En realidad, se esmera por atrapar, entre el alboroto y sin que nadie lo sepa, las expresiones cotidianas de la gente que ve pasar. Mira de un lado para otro, sonríe, cierra los ojos y, de vez en cuando, transcribe lo que ha oído en un pequeño bloc de notas que siempre lleva en el bolsillo interior de su americana gris.

Este hombre de espalda cargada, de frente despejada e imberbe rostro, ignora que unos metros más allá del lugar en el que escribe una chica le ha identificado. Ella, cuyo nombre y apellido son ahora irrelevantes, le susurra a su acompañante que no pronuncie ni una palabra cuando pasen cerca del sujeto en cuestión.

- ¿Se puede saber quién es este extraño personaje?, pregunta intrigado un espontáneo que se nos ha colado en la narración.

¡Vaya, qué sorpresa! Creyéndome en poder de la omnisciencia absoluta, no me esperaba ningún tipo de interrupción. ¡Mire que estorbarme ahora que estaba inspirado! Haber, lo primero, ¿sería tan amable de decirme cómo se llama usted?

- Sólo soy un anónimo lector de su trabajo, si fuera posible, claro.

¿Una voz crítica que detecte mis errores en el proceso de redacción? De acuerdo, pero no intente perturbar estas líneas sino es por algo urgente. En fin, respondiendo a su cuestión le diré que el personaje por el que preguntaba es subdirector del periódico de mayor tirada de Murcia, el diario La Verdad.

- Pero, ¿cómo se llama?, ¿o es que conoce usted el nombre de los subdirectores de todos los diarios del país?

Si le soy sincero, no. En este caso, el subdirector responde al nombre de José García Martínez. Un periodista que, a excepción del resto de los mortales, no trabaja para vivir sino todo lo contrario, han conseguido que su trabajo sea la mejor manera de realizarse. Quizás sea la excepción que confirme la regla, pero Don José García Martínez es de los que viven para trabajar.

- ¡Qué envidia!, ¿no?