abril 26, 2006

El síndrome Quijote

En estos tiempos de crispación, de conversaciones clandestinas, de mentiras y de las teorías de la conspiración, os ofrezco un repaso a la actualidad desde un punto de vista diferente. Jugaremos en este post a ser uno de estos paranoicos que creen que el mundo está plagado de terroristas y que España se rompe.

Sin embargo, no nos vestiremos con el traje de un político o su socio empresario sino que intentaremos encontrar desde el punto de vista de un ciudadano, las estrategias maquiavélicas que las elites del mundo llevan a cabo para controlarnos.

Después de leer este post, muchos me tacharán de hereje con poca gracia y, claro está, de loco. Pero me da igual, soy de los que les gusta imaginar que todos vivimos, sin saberlo, una macro conspiración dirigida conjuntamente por políticos, la elite deportiva y los medios de comunicación. Para que entendáis qué intento decir, a continuación propongo una crónica personal del domingo pasado.

Fue el día del libro, me diréis. Efectivamente, pero nuestros políticos lo conocen en secreto como el día del Día del Quijote. Un día clave para los que manejan los hilos de la sociedad ya que su trono corre peligro. ¿Por qué?, os preguntaréis. Porque en estas fechas tan agradables aumenta el riesgo de que el común empiece a pensar y, sobre todo, a plantearse volver a trabajar. Temiendo que el pueblo pueda volverse un poco loco y se crea un caballero andante que pueden empezar la revolución, nuestros políticos toman medidas preventivas para evitar el desastre.

Su estratagema se basa en tenernos entretenidos con actividades que incitan poco a reflexionar. ¿Cuál es el motivo sino para que el domingo televisaran y radiaran horas y horas de deportes?

Claro que, el público de aquí es muy exigente y no se conforma con cualquier cosa. Si programan deporte debe de ser tenis, automovilismo o fútbol. Es más, solo estos deportes llaman la atención si participa alguien que sea español. ¿Quién vería el tour de Francia sino participaran españoles? Pero como nos gusta rizar el rizo, no tenemos suficiente con que juegue un compatriota sino que, para que merezca realmente la pena, dicho participante español debe ganar. ¿Le interesaba a alguien la F-1 antes que Alonso comenzara a destacar?

Por eso, para que funcione el invento, los políticos sobornan a los deportistas extranjeros para que se dejen ganar. Gastan dinero de los contribuyentes para dárselo a las televisiones que consiguen millonarias audiencias (telecinco, por ejemplo). Como nuestros deportistas consiguen la victoria, crece su prestigio luego se forran con contratos publicitarios millonarios, luego pagan más impuestos al Estado, luego el estado recupera el dinero que había invertido. Un sistema circular que funciona.

Los ejemplos domingueros me permitirán demostrar esta confabulación, ¿quién ganó sino el Torneo de Tenis de Montecarlo?, ¿quién ganó la clásica de ciclismo de Lieja?, ¿quién triunfó en el Open de Golf de Shanghai? Efectivamente todos españoles. Sin embargo, apuntará el lector, que Fernando Alonso, el ídolo actual por excelencia consiguió el segundo puesto. ¿Cómo se explica esto dentro de la conspiración? Muy fácil. Temiendo que el Barça pudiera ganar la liga en Sevilla, Alonso tenía órdenes explícitas de no ganar en Imola. Así evitarían quebraderos de cabeza a los editores de los periódicos que no tendrían que elegir quién merece la fotografía de portada.

El problema es que la lluvia, y el inesperado 0-3 del Valencia, aguaron el maquiavélico plan de las cúpulas que nos gobiernan. Y es que a Villa y a la madre naturaleza es imposible gobernarla.

La conspiración es más sofisticada que todo esto ya que el factor más importante que hay que controlar en nuestro reino son los resultados del fútbol. ¿Cuál es sino el deporte que levanta más pasiones y que más cabreos y alegrías puede conseguir? Está claro, ¿no? Pues bien, los avispados políticos tienen todo pactado de antemano, perfectamente medido para conseguir el perfecto equilibrio entre deporte y las decisiones políticas que nos afectan como ciudadanos. Veamos sino los resultados de la jornada.

Ganó el Madrid, el Valencia y el Osasuna. Si ganaron los galácticos fue porque el gobierno quiere contentar a la afición merengue, que está muy dolida porque el eterno rival va a ganar la Liga y la Champions (claro que lo segundo dependerá de quien sea su contrincante en la final, si llega el Villareal la perderá, para que la gente no diga que ZP le ha cambiado al Tripartito todas las copas a cambio de aceptar el Estatuto que quiera el PSOE). Menos mal que el nuevo presidente de Italia es Romano Prodi, para que se note, va a dejar a ZP y su Barça chinchar al equipo del ex presidente Berlusconi.

Lo del Valencia estaba claro. Y es que los del Turia tienen la plaza para Champions asegurada desde que se supo que se iba a celebrar en 2007 la Copa América. ¿Qué mejor manera que traer guiris hasta Valencia con la excusa de ver fútbol y playa al mismo tiempo?

La victoria del Osasuna y su clasificación para la Liga de Campeones no es sino la sutil manera con la que el gobierno quiere tener contento al pueblo navarro por si luego tuvieran que sacrificar algo para tener contenta a ETA.

Parece entonces contradictorio con la anterior idea que perdiera el Bilbao. Sin embargo, lo que a los políticos les interesa es que pierdan para tener a los aficionados bilbaínos haciendo fuerza y se les pase desapercibido ese precio político que se pagará a ETA si se quiere la paz.

Podríamos seguir así todo el día y encontraríamos una racional explicación para cada partido.

- Y ya que tanto predices, ¿este año la selección qué?, me pregunta interesado el lector.

Pues ná, lo mismo de siempre, con Zapatero o con Aznar, con Suárez o González, España no pasará de cuartos. Y es que para ganar el Mundial de fútbol hay que tener mucho país y el nuestro, según algunos paranoicos de los de verdad, está que se rompe a pedazos.